En los últimos años, la tasa de obesidad severa en EEUU ha mostrado un preocupante incremento, afectando de manera desproporcionada a las mujeres.
Según un reciente informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), aproximadamente el 10 % de la población adulta sufre de obesidad severa, una condición que se define por tener un índice de masa corporal (IMC) de 40 o más.
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Este aumento es especialmente alarmante dado que la obesidad severa está estrechamente vinculada con graves problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares y diabetes.
“Ver aumentos en la obesidad severa es aún más alarmante porque ese es el nivel de obesidad que está más altamente asociado con algunos de los niveles más altos de enfermedad cardiovascular y diabetes y menor calidad de vida”, opinó según lo citado por Telemundo Solveig Cunningham, profesora de salud global de la Universidad Emory.
El informe destaca que, aunque la tasa general de obesidad se mantuvo relativamente estable en torno al 40 % durante la última década, la prevalencia de obesidad severa ha seguido una tendencia ascendente.
Las mujeres, en particular, tienen casi el doble de probabilidades de padecer obesidad severa en comparación con los hombres. Este fenómeno puede atribuirse a una combinación de factores biológicos, sociales y económicos que afectan de manera diferente a las mujeres.
La obesidad severa no solo reduce la calidad de vida de quienes la padecen, sino que también aumenta significativamente los costos de atención médica.
Los expertos señalaron que el tratamiento de enfermedades relacionadas con la obesidad, como la hipertensión y apnea del sueño, representa una carga considerable para el sistema de salud.
Además, la obesidad severa puede limitar la movilidad y capacidad de las personas para llevar una vida activa y productiva.
En respuesta a esta creciente crisis, se desarrollaron nuevos medicamentos para la pérdida de peso. Tales como: Wegovy y Ozempic, que han mostrado resultados prometedores en la reducción del IMC.
Sin embargo, estos tratamientos son costosos y no están al alcance de todos. Los expertos en salud pública subrayaron la necesidad de enfoques más integrales. Los mismos deben incluir cambios en la dieta, el ejercicio y políticas públicas que promuevan estilos de vida saludables.