Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa
Los abscesos del pene son poco frecuentes, pero pueden ocurrir y su riesgo es mayor en los pacientes con supresión o minusvalía en los mecanismos de defensa. Este es el caso de las personas con diabetes, quienes deben de ser extremadamente cuidadosos en la higiene de cualquier herida para evitar complicaciones.
Euclides Octavio mataba el tiempo en el parque La Paz, estaba absorto en sus pensamientos cuando la tarde terminó de ser cobijada por la noche. Decidió que ya era momento de regresar a casa y emprendió camino. De repente, sintió una molestia intensa en la zona íntima que lo llevó a pensar en los interiores nuevos comprados, por error una talla más pequeña, en el bazar de Simón quienes nunca aceptaron el cambio.
Al llegar a casa en la urbanización Las Fuentes, pasó directo al cuarto donde se despojó de la ropa, observando su órgano viril con la piel brillante, inflamada y dolorosa al tacto. Del susto, Euclídes se empezó a acelerar, cuando unos fuertes escalofríos lo pusieron a temblar como gelatina de piñata.
Corrió hasta la mesa de noche y abrió la gaveta. Allí, guardaba su tratamiento diario para la diabetes y la hipertensión. De una pequeña caja sacó dos aspirinas que con dificultad llevó hasta su boca, para tomarlas en compañía un vaso de agua que terminó derramándose a medias por las fuertes sacudidas.
Euclides recordó que unos días atrás, mientras hacía el jardín y terminaba de recoger la basura, sintió mucha picazón en sus partes. Sin poder evitar aquello, se rascó enérgicamente durante un buen rato, con las manos sucias, hasta satisfacer el intenso prurito. Más tarde había observado cómo le quedaron rasguños o escoriaciones.
Cuando la mujer de Euclides lo vio demacrado y sin ánimos se preocupó un montón, siendo dulce y prudente lo consintió sin hacer preguntas. El sueño lo venció por unas horas, pero un latido en la entrepierna lo despertó con mucho malestar y decaimiento. El dolor se tornó insoportable por lo que pidió ser llevado al hospital del seguro social donde fue recibido por el Dr. Guillen, residente de guardia.
En la evaluación inicial se pudo percatar que se encontraba febril, algo deshidratado y con movimientos lentos para evitar el dolor. Al examinarlo, encontró que la piel que cubre el pene denominada prepucio, se encontraba enrojecida, aumentada de consistencia y con áreas más blandas o fluctuantes, muy sensibles a la palpación.
El Dr. Guillen le explicó a su adjunto de guardia que se trataba de un paciente diabético de 38 años de edad quien ingresaba con un absceso fluctuante en el prepucio. Este le dio instrucciones para iniciar de inmediato tratamiento médico, pedir rutina preoperatoria y ser llevado a quirófano con el fin de drenar aquella putrefacta secreción.
Sin mucha demora los exámenes estuvieron disponibles observando importante elevación de los glóbulos blancos y de la glicemia o azúcar de la sangre, indicativos de infección con descompensación de la diabetes. Euclides fue intervenido antes del amanecer. Le suministraron anestesia general. Procedieron a practicar incisión sobre el área más blanda o de mayor fluctuación de la piel del pene, vaciando abundante secreción purulenta de color verdosa y fétida. Se tomó muestra de la misma para estudio bacteriológico que permitiera la identificación de tan malvada bacteria.
Se rompieron tabiques entre diferentes celdas de colección que se habían formado y cuando se consideró suficientemente drenado se dejó en el interior de la cavidad, una “mecha” o tira de gasa con una sustancia llamada yodoformo la cual ayuda a continuar el drenaje y control de la infección.
A Euclides le administraron combinaciones de antibióticos, sedantes y antiinflamatorios logrando contener a tiempo la propagación de tan agresiva infección.
Las infecciones por bacterias muy agresivas, productoras de algunas toxinas, pueden llevar a la temida gangrena de Fournier, donde se necrosa la piel de genitales y parte de la pared abdominal con posible desenlace fatal. Ante este peligro debemos tener conciencia de mantener siempre la adecuada higiene y tratar precozmente cualquier herida del área genital en especial si tenemos compromiso de nuestros mecanismos de defensa naturales por alguna condición o enfermedad.
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