El reciente informe del Departamento de Estado de EE. UU. expuso que el régimen de Kim Jong-Un en Corea del Norte condenó a un niño de 2 años a cadena perpetua en un campo de prisioneros. La medida se tomó después de que encontraran una Biblia en posición de los padres del menor.
Los padres del menor están encarcelados y enfrentan la posibilidad de la condena a muerte. Lamentablemente, este no es un caso aislado, sino que se suman a otros casos donde siguen violando los derechos humanos de los ciudadanos de Corea del Norte por motivos religiosos.
Uno de los casos más crueles fue la ejecución pública de un miembro del partido gubernamental en el aeródromo de Hyesan, ante una multitud de 2 mil personas, simplemente porque tenía una Biblia en su posesión. Otros ciudadanos, como una mujer y su nieto, los fusilaron en 2011 por practicar el cristianismo.
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Además de la violencia extrema utilizada por el régimen para reprimir la libertad religiosa, el informe también ha expuesto los múltiples métodos de tortura utilizados en los campos de prisioneros.
Los sobrevivientes han relatado que algunos guardias practican la llamada «tortura de las palomas». Los guardias suspenden a las personas con las manos atadas a la espalda, sin permitirles sentarse por varios días. Otro método utilizado es la privación del sueño, lo que ha llevado a algunos prisioneros al borde del colapso mental, reseñó la revista Semana.
La situación en Corea del Norte es alarmante con alrededor de 70 mil personas cristianas encarceladas y sometidas a estas terribles condiciones. Organizaciones como la ONG y la ONU han instado al régimen a respetar los derechos humanos y permitir la libertad religiosa en el país.