Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa
El Dr. José Celino Ugas manejaba por la autopista regional del centro en dirección a Caracas, recordaba ese mismo recorrido, unos treinta años atrás, cuando en compañía de la familia se dirigía al Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela para recibir en manos de su padre, el reconocido galeno Serafín Ugas, el título de Médico Cirujano con la distinción Suma Con Laude.
Aquel día de gloria, se coronaba el final de la etapa de estudiante, pasando de ser un simple bachiller a un flamante doctor. José Celino tenía una asombrosa capacidad para concentrarse y aprender de una sola leída los más variados textos y asimilar en forma privilegiada cada lección recibida durante su exitosa formación.
Se acostumbró a tener la razón y dar respuestas acertadas a cada pregunta realizada por sus maestros, pero no tenía facilidad para lograr empatía con las distintas personas que le tocaba compartir, siendo considerado un ser antipático e indiferente.
Ahora estaba atravesando diferentes crisis, había sido golpeado por la depresión económica que lo dejó con un ejercicio muy precario de escasos ingresos, además de haber contraído compromisos familiares que demandaban su aporte mensual y para colmo sus valores de Antígeno Prostático comenzaron a elevarse, despertando en él todas las alarmas y muchas fantasías, basadas en su amplio conocimiento médico.
No siendo su especialidad, pretendía controlarse el mismo, siguiendo su criterio particular y consultando con diferentes colegas y urólogos, de manera informal entre pasillos o visitas al consultorio de varios conocidos, quienes educadamente escuchaban sus observaciones al respecto y trataban de hacerlo entender lo importante de hacer una consulta formal y dejarse tratar como un paciente más.
La personalidad controladora y omnipotente le comenzó hacer malas pasadas, se obsesionó con el tema de su próstata, sintiendo cambios en su manera de orinar, así como dolor o sensaciones en la zona donde él conocía está ubicada la glándula.
Después de mucho rumiar decidió practicar el estudio, se trataba de una resonancia multiparamétrica de la próstata a través de la cual se podrían observar las imágenes de posibles lesiones y su ubicación exacta. El estudio se realizó en un conocido centro asistencial, donde le fue suministrado un medio de contraste a través de la vena.
A los pocos días le dieron el resultado del estudio donde se apreciaba áreas con cambios de malignidad. Este resultado fue devastador, lo interpretó como una sentencia definitiva, creando en su ya frágil condición la premonición de muerte inminente.
No cedía en su empeño de tratarse a sí mismo y solicitó una biopsia de próstata la cual fue realizada con el moderno método de fusión de imágenes obteniendo las muestras a través de punciones guiadas por una sofisticada computadora.
No lograba conciliar el sueño, se imaginaba a los médicos dándole fatales noticias con respecto al resultado de sus estudios. Otras veces se asomaban en su mente los fantasmas de las complicaciones, producto de cada procedimiento requerido, entre otras se hacía recurrente el de sangrado, dolor y terribles infecciones, donde se veía entrando en camilla a la unidad de terapia intensiva, al borde de la muerte.
José Celino estaba convencido de ser víctima del cáncer de próstata, el cual seguro estaba diseminándose por todo su cuerpo en especial los huesos.
En las múltiples lecturas a través de libros e internet se fijaba solo en las eventuales consecuencias negativas de los distintos tratamientos. El Dr. Ugas era un hombre de 60 años de edad, tenía una hermosa pareja bastante más joven que él, por lo que el tormento de perder su virilidad a consecuencia de las terapias lo atenazaba constantemente, así como la posibilidad de quedar con incontinencia de la orina desprendiendo olores urémicos por donde quiera que pasara
Otras noches el desvelo se instalaba en el seguro incierto de sus morochas, quienes cursan el quinto grado de primaria, “¿quién velará por ellas, de donde saldrían los recursos para terminarlas de educar?”, “como la vida cruel le arrebataba todos aquellos momentos especiales que no podrían compartir”.
Después de dos semanas sumido en una depresión llegaron los resultados de la biopsia. Con manos temblorosas abrió el sobre, leyó su nombre y continuó con el resto del reporte el cual fue negativo para malignidad, es decir no tenía cáncer se trataba solo de un crecimiento prostático benigno e inflamación por infección de la glándula.
José Celino finalmente se puso en control con un urólogo, recibiendo un trato afectuoso e integral, erradicando la inflamación e infección de la próstata con el consecuente descenso del antígeno prostático o PSA, pero además fue referido a una psiquiatra quien lo está guiando a salir del cruel laberinto de su mente brillante.
Para conocer más de estos novedosos estudios visita mis redes sociales @Drsotorosa.
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