Por María Laura García
Innumerables veces nuestro cuerpo nos “está gritando” de diversas formas y, vivimos tan desde afuera, tan poco conectados con nosotros mismos y de nuestras necesidades, que NO escuchamos esos quejidos y lo dejamos pasar u obviamos, sin entender que tarde o temprano la señal será un “detente abrumador”, es decir, una enfermedad.
Aprende a escuchar, seguramente tu cuerpo te está hablando a gritos, o quizás apenas te está susurrando, pero debes aprender a conocerte emocional y físicamente, para saber que hacer ante cada señal porque el cuerpo se comunica ciertamente. ¿Sabías que el 80% de la comunicación humana para consigo y los demás es no verbal? Pues si, por tanto, deberíamos darle importancia y saber leer qué nos dice nuestra casa.
¿Aprendiste a escucharte?
Unos estamos más conscientes de esas señales que otros pues aprendimos a entendernos psíquica y orgánicamente. Sin embargo, se trata de un esfuerzo importante de autocuidado tomar real conciencia de qué nos dice el organismo.
Les voy a dar ejemplos de cómo me ha hablado mi cuerpo, en el transcurso de mi vida, para hacerme entender que algo no estoy haciendo o por el contrario que estoy haciendo demasiado en detrimento de su equilibrio:
- He sentido presión en el pecho que hasta me hace forzado el respirar.
- Constantemente, siento dolor en la mandíbula (bruxismo) debido al exceso de alerta y tensión emocional que no estoy sabiendo drenar, es decir, es un indicativo de que debo descansar, hacer ejercicios, hacer terapia, meditar o desahogarme de alguna manera.
- Me resulta pesado respirar hasta verme obligada a tomar el aire por la boca, ya que, si no lo hago siento que no estoy tomando la suficiente cantidad de aire o respirando bien.
- Siento la necesidad de descontracturar cada musculo de mi cuerpo, especialmente la espalda, y recurro a un fisioterapeuta, porque pienso que el cansancio y el dolor no me permitirán seguir trabajando.
- Muchas veces me duele la cabeza en las mañanas porque mi descanso no ha sido reparador pues tengo la costumbre de llevarme los problemas a la cama.
- Pierdo el apetito y otras veces, se me revuelve estómago lo cual me ha llevado a “devolver” la comida sin que esta me haya sentado mal.
Todos sabemos y hemos escuchado, pero nos sabe a “carato de parcha”, que nuestras malas emociones, la ansiedad, el estrés y el agotamiento no procesados pueden ser somatizados orgánicamente a través de enfermedades físicas. Pero ya es hora de tener claro cuáles son esas formas que usa nuestro cuerpo para pedirnos que cambiemos nuestras conductas, acciones y hábitos, es decir, cuáles son esos síntomas físicos y psicológicos, para entonces resolverlos o mitigarlos con cambios de conducta.
Insisto, repito, algunos problemas físicos están mediados por el poder de las emociones y nuestros pensamientos. En definitiva, las dolencias físicas no solo son desencadenadas por las emociones, sino que además éstas últimas, juegan un papel importante al trasladar malestar a nuestro cuerpo; y la mayor parte del tiempo no somos capaces de reconocer cómo están influyendo en nuestro bienestar o simplemente no queremos verlo o admitirlo. Porque nos asustamos muchas veces y, por tanto, evadimos, diciendo ya va a pasar porque tengo todo bajo control, pero no es así, porque no estás haciendo nada al respecto.
¡No te asustes! Los síntomas somáticos no son dañinos, pues solo son el aviso de que algo que te preocupa, te tensa, te entristece, te enfada… pero lo que si debes es actuar de inmediato para resolver o atender eso que te está predisponiendo a una enfermedad. No debes dejar pasar el tiempo sin atender las necesidades de tu cuerpo.
Si lo que te preocupara y ocupa no se puede resolver de momento, pues descansa, respira, medita haz lo que tengas que hacer papa paliar los estragos que tensión o el disconfort genera en tu cuerpo. Se que siempre nos decimos: “yo puedo con esto”; y seguramente es así, pero mientras tanto, dale tregua a tu organismo para que NO colapse, pues no solo es una cuestión de fortaleza mental, se trata también de aprender a identificar y gestionar nuestras emociones, de comunicarnos y de pedir ayuda para transitar ese proceso acompañados (terapia o conversaciones con amigos o redes de apoyo), más en lo físico regalarnos pausas gracias al ejercicio, un buen libro, un té, aceites esenciales, fisioterapia, etc., que le permita descargar toda esa energía dañina que estropea la salud. Es urgente, aprender a soltar ese hecho que nos está generando malestar, aprender a administrar nuestro sentir y evitar que esas emociones se enquisten.
Amigos, todo menos a acostumbrarse a sentirnos mal engañándonos de que podemos con todo, si podemos pero accionado en paralelo para mantenernos en balance orgánico y mental.
Finalmente …
Transitar situaciones difíciles, de angustia o tensión extrema o crónica, resulta ser un proceso muy doloroso que no merecemos recorrer solos, por eso te sugiero buscar ayuda para encontrar esas herramientas que te permitan cultivar un bienestar inteligente construido por ti, porque finalmente estar bien, es un trabajo que nos corresponde únicamente a nosotros, pues somos nuestra más importante responsabilidad, más nadie la tiene.
Nos toca aprender a gestionar nuestras emociones para recuperar el bienestar.
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